"Durante días y noches llovió tanto que se arruinaron las siembras; nadie
volvió a salir de sus bohíos (casas), que también se vinieron al suelo, o se
mojaron tanto que lo mismo servía tener techo de palma o no.
El Zipa, quien comandaba todo el
imperio Chibcha, y los caciques, que eran como los capitanes o gobernadores de
los poblados de la sabana, se reunieron para buscar una solución, pues no
sabían qué hacer y el agua seguía cayendo del firmamento en torrentes. Se
acordaron entonces de Bochica, un anciano blanco que no era de su tribu y quien
había aparecido de repente en un cerro de la sabana.
Alto y de tez colorada, con ojos
claros, barba blanca y muy larga que le llegaba hasta la cintura, vestía una
túnica también larga, sandalias, y usaba un bastón para apoyarse. Él les había
enseñado a sembrar y cultivar en las tierras bajas que quedaban próximas a la
sabana; y a orar, y a tener una especie de código para los chibchas. Cuando se
iniciaron las lluvias, Bochica estaba visitando el poblado de Sugamuxi (hoy
Sogamoso), en donde había un templo dedicado al Sol.
Los chibchas decidieron llamarlo, porque
pensaron que Bochica era un hombre bueno podría ayudarlos, o todo el imperio
perecería a causa de la gigantesca inundación. El anciano dialogó con
dificultad con los caciques, pues no dominaba su lengua, pero se hacía entender
y le comprendían bastante. Se retiró a un rincón del bohío que tenía por
habitación, rezó a su dios, que decía era uno solo. Luego salió y señaló hacia
el suroccidente de la sabana.
Cientos de indios organizaron una
especie de peregrinación con él. Se detuvieron después de varios días en el
sitio exacto en donde la sabana terminaba, pero las aguas se agolpaban furiosas
ante un cerco de rocas. Los árboles enormes y la vegetación selvática frenaban
el ímpetu del agua. Bochica, con su bastón, miró al cielo y tocó con el palo
las imponentes rocas. Ante la sorpresa y admiración de unos y la incredulidad
de todos, las rocas se abrieron como si fueran de harina. El agua se volcó por
las paredes, formando un hermoso salto de abundante espuma, con rugidos
bestiales y dando origen a una catarata de más de 150 metros de altura. La sabana, poco a poco, volvió a su estado normal. Y allí
quedó el "Salto del Tequendama". Dicen que Bochica, tiempo después,
desapareció silenciosamente como había venido."
Texto tomado de "Leyendas y Mitos de Cundinamarca" - Sistema Nacional de Información Cultural
Foto: El magníficamente misterioso Salto del Tequendama
No hay comentarios.:
Publicar un comentario