Escribí este artículo para el boletín del Programa BATUTA y después lo incluí en el libro "La letra con risa entra" en la sección "Otros textos y pretextos" (Fondo FEN Colombia, 1996).
Lo publico hoy aquí (tres deácadas después)porque de lo que más me ha emocionado de las reacciones de muchas personas que me están manifestando su alegría ante la noticia de que la Cámara de Representantes del Congreso de Colombia me otorgó ayer miércoles 18 de Junio de 2025 la "Condecoración ORDEN DE LA DEMOCRACIA SIMÓN BOLÍVAR" por generosa inicitiva de la Representante a la Cámara María del Mar Pizarro, es confirmar que con ella y con tantas otras personas nos hemos sintonizado en la misma frecuencia y por ende concelebramos EL SACRAMENTO DE LA RESONANCIA, alrededor de la convicción de que si los seres humanos nos reconocemos como expesiones de La Berraquera de la Vida y nos ponemos activamente al servicio de ella, podremos lograr que nuestra especie deje de actuar como una plaga y pueda seguir formando parte de la Tierra.
De una u otra manera ese el el Proyecto de Vida con que nos hemos comprometido miles de personas en Colombia y en el resto del mundo.
El fenómeno físico es sencillo: un diapasón que vibre a una determinada frecuencia puede hacer sonar una cuerda cercana que vibre a la misma frecuencia, sin que haya contacto directo entre el diapasón y la cuerda. (Miren AQUÍ y gracias a @ufob0t)
El fenómeno también puede ser trágico: todo cuerpo posee una
frecuencia intrínseca, y un cantante que logre dar un tono de la misma
frecuencia que una copa de cristal puede hacerla saltar en mil pedazos.
Un terremoto que produzca vibraciones con la misma frecuencia de
un rascacielos es capaz de echar abajo el edificio sin mayor esfuerzo. En gran
medida la ingeniería sísmica tiene por objeto evitar que las estructuras
humanas resuenen con los movimientos de la Tierra.
Dicen que el planeta que alguna vez existió entre Júpiter y
Marte -y que dejó la que fuera su órbita llena de escombros- pudo haber
estallado porque entró en resonancia con la frecuencia de otros cuerpos. Casos
se han visto entre las lunas y los anillos de Saturno.
Pero aún así, pienso que la resonancia debería elevarse a la
categoría de sacramento. Quizá no se ha hecho porque en cierta forma se parece
al de la comunión, el cual se define en el diccionario de la lengua como
"participación en lo común", una acepción civil que me complace.
La resonancia tiene su encanto en que nos demuestra que uno está
separado del (o unido al) mundo por límites variables y difusos. Que uno es el
otro, el que vibra a la misma frecuencia que uno.
La resonancia nos sale al camino a cada rato: cuando matamos un
diablo, es decir, cuando decimos lo mismo al mismo tiempo que otra persona, o
cuando hablamos como Hugo, Paco y Luis, los sobrinos del pato Donald. Uno
empieza una frase, otro la sigue y el otro la termina. Sin que nos hayamos
puesto previamente de acuerdo. O cuando un cruce imperceptible de miradas, una
sonrisa, nos indica que sí, que ambos estamos pensando lo mismo, que los dos
nos la pillamos.
La resonancia es ese placer como de abismo agradable en el
estómago, como de que nos quedamos sin aire en la caida hacia el otro, hacia la
otra, hacia lo otro, hacia lo inasible, hacia lo indefinible más allá de esa
vibración que nos hace percibir que participamos en lo común, que formamos
parte del cosmos. Los hindues, o más
bien, los hinduistas, provocan la resonancia con los mantras. El OMMMMMMMM que
lo pone a uno a vibrar con el universo circundante.
Más allá de todos los aspectos cultos o intelectuales de la
música, en cada concierto debe fluir un océano de frecuencias que nos resuenan
en las más recónditas células del cuerpo, que provocan pequeños terremotos y
orgasmos en nuestras neuronas, que nos hacen sentir en las venas "la
música de las esferas", que nos disuelven en nosotros mismos y que nos
recomponen, sin que nos demos cuenta siquiera de que hemos muerto y vuelto a
nacer convertidos en nuevas vibraciones, en otros.
Para terminar por hoy con este maravilloso ejemplo de lo que es la resonancia, pasen por favor por AQUÍ