sábado, julio 16, 2011

"El cine de los cielos"

Todos sabíamos que en Colombia existe corrupción, como en cualquier otro lugar del mundo. Como sabíamos, o por lo menos sospechábamos a partir de múltiples hechos hoy comprobados, que durante los ocho años del Gobierno anterior, la corrupción había alcanzado niveles sin antecedentes en la historia del país. Lo que no nos imaginábamos era cuánto se había extendido en todas direcciones esa corrupción. Hoy no pasa un solo día sin que se destape por lo menos una olla podrida, otro escándalo, un nuevo crimen contra el patrimonio del Estado y contra la confianza y la calidad de vida de la comunidad. En Colombia en general, y en Bogotá en particular, se sienten en la vida cotidiana los efectos nefastos de la corrupción. Y eso desmoraliza. Cunden la desconfianza y la malparidez.

No me cabe duda de que hoy los símbolos patrios son la Bandera, el Escudo, el Himno Nacional y los mercados podridos que descubrieron arrumados en una bodega en Cartagena y que nunca llegaron a los damnificados del desastre invernal de tres años atrás. Estos últimos, los mercados podridos, son, por desgracia, más representativos y descriptivos de la Colombia de hoy, que la Bandera, el Escudo y el Himno Nacional.

¿De dónde se agarra uno para no perder la esperanza en la Vida, en uno mismo, en la eficacia del bien, en el país? Yo, personalmente, me agarro de la certeza de que más allá de todos estos crímenes que hoy conocemos y de los que todavía no, más allá de toda la estupidez humana que se repite y se repite como si nuestra especie careciera de la capacidad de aprender, existe una Voluntad de Vida en el Cosmos que se expresa en distintas escalas del devenir universal. Desde las galaxias remotas y cercanas, hasta en nuestro propio interior. En las manifestaciones aparentemente más "sencillas" de los seres vivos. En los seres humanos que más allá de todas las veleidades reinantes, conservan todavía su capacidad de "ser". Y, por supuesto, "en el cine de los cielos".

Estas fotos, con excepción de la última, son del atardecer de ayer en Bogotá. Un atardecer surgido -como el arco iris tras el Diluvio Universal- después de un tremendo aguacerón que cayó en la tarde sobre el norte de la ciudad.

Tomemos prestada la canción de GUARDABARRANCO, el dúo nicaragüense, y vámonos a ver el cine de los cielos, vámonos a marcar el teléfono de Dios. Pasen sin falta por CORAZÓN DE NIÑO

En nuestro mundo de hoy, la poesía se sigue descalificando como defecto e indicador de inutilidad del "romántico", del "soñador" (cito solamente dos apelativos que han merecido algunas charlas mías de la semana anterior). Yo insisto tercamente en fortalecer ese par de "defectos", porque la Vida me ha enseñado que la poesía, en sus múltiples expresiones -que no se limitan a la palabra pero que tampoco la excluyen- es una de las principales manifestaciones de la fuerza de la Vida. Y que la única posibilidad de que los seres humanos permanezcamos en este planeta, depende de que, con CORAZÓN DE NIÑO, seamos capaces de sintonizarnos con la Vida y de convertirnos en sus humildes voceros.

De aquí para abajo, textos con que Vladimir Nabokov -en su libro "Habla, memoria" - había descrito minuciosamente, desde 1966, el atardecer de ayer:

"Una puesta de sol, casi formidable por su esplendor, se resistía a concluir en el plenamente expuesto cielo. De entre sus imperceptiblemente cambiantes amansamientos, se podían escoger detalles muy iluminados de los organismos celestiales, o refulgentes hendeduras de oscuras acumulaciones, o planas playas etéreas que parecían espejismos de islas desiertas."

"Por aquel entonces no sabía qué hacer (ahora sí lo sé) con esas cosas: cómo librarme de ellas, cómo transformarlas en otras cosas que pueden ser entregadas al lector en caracteres impresos de modo que sea él quien tenga que vérselas con ese bendito estremecimiento: y esta incapacidad intensificó mi opresión."


"Arriba, por encima de la música negra de los cables telegráficos, unas cuantas nubes alargadas de color violeta oscuro con adornos rosa flamenco pendían inmóviles, dispuestas en forma de abanico; el conjunto parecía una prodigiosa ovación de colores y configuraciones. Pero estaba agonizando, y también todo lo demás iba oscureciéndose; sin embargo, justo encima del horizonte, en una franja luminosa de color turquesa, debajo de un estrato negro, el ojo encontró una imagen que sólo un necio hubiera podido confundir con las piezas sueltas de tal o cual otro crepúsculo."

"Ocupaba un sector pequeñísimo del enorme cielo y poseía la peculiar limpieza de líneas de un objeto visto a través de un telescopio usado al revés. Allí yacía, esperando, toda una familia de serenas nubes en miniatura, toda una acumulación de brillantes circunvoluciones, anacrónicas debido a la cremosidad, y extremadamente remotas; ..."

"...remotas pero perfectas en cada uno de sus detalles; fantásticamente reducidas pero inmaculadamente dibujadas; mi mañana maravilloso estaba a punto de serme entregado."

La foto de abajo es tomada -a medio día- hoy, en el mismo cielo de los paisajes de arriba

Espero que toda esta poesía aporte las fuerzas necesarias para continuar

2 comentarios:

ADITA dijo...

Queridísimo Gustavo. Nos aqueja la misma malparidez.. la de la corrupción sumada a la violencia donde las víctimas son niños y jóvenes, aquí en noruega en todas partes, a la del hambre en áfrica... pero además de las teofanías que nos recuerdan esa amorosa intención del cosmos, está la gente como vos, que sigue creyendo en la poesía y regalándola y que hace que uno crea que todavía hay personas con alma, con sensibilidad, capaces de poner el conocimiento técnico al servicio de los fines más amorosos.

Beatriz Garces dijo...

Hay mucho que nos indigna... pero mucho, mucho de qué agarrarnos; gracias por esta sesión de cine vespertino!!

Beatriz