UN CALEIDOSCOPIO DE ECOSISTEMAS COMPARTIDOS Y COSMOVISIONES ENCONTRADAS
Nuestros límites
son:
Por debajo, con el magma incandescente que
subyace bajo la corteza de la Tierra.
Por encima, con el infinito territorio
de las estrellas, que alcanza a rozar el Aconcagua.
Por el norte, por el sur, por el oeste
y por el este, no existen límites sino abrazos de agua: desde las cálidas aguas
de vidrio azul y verde del Caribe, hasta las glaciales aguas de la Antártida.
Nosotros somos el agua congelada en los
picos más altos de los Andes y el aliento espeso, saturado de verde, de las
selvas tropicales, y las aguas rugientes del Iguazú, y las aguas celestes del
Titicaca, y las aguas negras y blancas de los ríos del Amazonas, y las aguas
metálicas del Río de la Plata, y la lluvia torrencial y eterna sobre el Chocó
Biogeográfico, y las aguas fugaces que hacen florecer
de vez en cuando el desierto de Atacama.
Nosotros somos esa pieza del
rompecabezas que la tectónica de placas separó del Africa y que el tráfico de humanos esclavizados unió otra vez al Africa. Nosotros somos los Incas y los Muiscas y los
Araucanos y los pueblos de cazadores y recolectores que todavía se desplazan por
la selva amazónica. Nosotros somos los europeos que cortaron su ombligo con
Europa para llamarse americanos. Nosotros somos una telaraña de heridas todavía
no sanadas.
Nosotros somos la tentativa fallida de
encerrar la vida en un orden importado. Nosotros somos la vida surgiendo a la
fuerza por entre las costuras de la historia. Nosotros somos la vida convertida
en mil veces mil especies y en mil veces mil ardides para oponerse a las
adversidades. Nosotros somos la vida que gana la partida en aguas imposibles
saturadas de azufre y en barrios tuguriales en las grandes ciudades.
Nosotros somos las posibilidades de la
vida en contra de todas las evidencias aniquiladoras y la obligación de hacer
conscientes esas posibilidades. Nosotros somos el reto ineludible de conocernos
y reconocernos; de reconstruir nuestros caminos olvidados a partir de los
fragmentos dispersos en la geografía y en el tiempo. Nosotros somos la
necesidad imperativa de la convivencia entre nosotros mismos y con las demás
especies y procesos que comparten con nosotros este trozo de planeta. Nosotros
somos el deber de comprender y asumir que somos menos americanos y menos dignos
y menos viables como seres humanos, cada vez que en nuestro continente
desaparece una lengua o una cultura o una leyenda o una especie animal o
vegetal o una mancha de bosque o un ojo de agua.
Nosotros somos las preguntas que nos
hemos demorado cinco siglos en hacernos y que ya no aguantan más esperas, y
somos también todas las posibles alternativas de respuesta. Nosotros somos los
sueños que no nos hemos atrevido a soñar por vivir en función de pesadillas
ajenas. Nosotros somos todos los verbos inéditos que esperan por nosotros para
ser conjugados: el verbo volcán, el verbo manglar, el verbo arrecife de coral,
el verbo pampa, el verbo páramo, el verbo laguna, el verbo cóndor, el verbo oso
de anteojos, el verbo rana, el verbo vicuña, el verbo llama, el verbo mariposa
de Muzo, el verbo delfín rosado, el verbo pirarucú, el verbo danta, el verbo maíz,
el verbo maní, el verbo yuca, el verbo desierto, el verbo iceberg, el verbo
cielos estrellados, el verbo Machu Pichu, el verbo Bolívar, el verbo San
Martín, el verbo Che Guevara, el verbo América del Sur, el verbo América...
Nosotros somos todos los hijos e hijas
latentes en nuestras células germinales; los que están por venir y los que ya
llegaron; los que no quieren heredar esas heridas no sanadas; los que se niegan
a construir su propia historia con palabras cansadas; los que con absoluta
seguridad no querrán entregarles a sus hijos e hijas una Tierra igual a la que
les estamos entregando.
Nosotros, los que estamos hoy aquí
unidos y reunidos en virtud de nuestra militancia comprometida con la vida en
la Tierra; nosotros, representantes de todos los miembros de la especie humana
que comprenden que la vida es una red compleja de interdependencias dinámicas,
y que nuestra responsabilidad ética como seres humanos --expresión consciente
de la vida en el Universo--, es ayudar a
mantener las condiciones que la hacen posible; nosotros, los que compartimos la
convicción de que la sostenibilidad del planeta depende del respeto a las
particularidades de los procesos locales, de la valoración de las diferencias,
de la posibilidad efectiva de ejercer el derecho a la provincia aunque con
visión planetaria.
Nosotros, pretendemos ser hoy en esta
sala la múltiple voz de nuestro continente suramericano, para compartir nuestra angustia ante la certeza de que a
pocos meses de comenzar el segundo milenio de la era cristiana, lo que en los
últimos cien años hemos entendido como “desarrollo”, está derogando los
esfuerzos de cuatro mil millones de años de la vida sobre la faz de la Tierra.
Nos reconocemos
como un continente de biodiversidad, como una federación de galaxias
concentradas sobre una misma placa flotante de la Tierra por acción de la
ecología y de la historia. Estamos empeñados en construirle un sentido a la
existencia a partir de la compleja multiplicidad de lo que somos; a partir de
una consciencia dialéctica sobre nuestras coincidencias y nuestras
contradicciones; a partir del reconocimiento de que en un continente que se
extiende desde el corazón del trópico hasta la Patagonia y las regiones
circumpolares australes, esa biodiversidad en sus múltiples expresiones
constituye nuestro más valioso patrimonio y nuestra más tangible garantía de
futuro.
Estamos aquí para unir nuestra voz a la
de los otros continentes, para hacer una vez más una llamada de urgencia al
olfato, a la razón y al corazón humanos, pero especialmente a quienes tienen en
sus manos las grandes decisiones políticas y económicas, como también a los que
por acción u omisión les hemos colocado ese poder en las manos.
Pero sobre todo,
estamos aquí para garantizar que cada palabra se convierta en acciones
contundentes e inmediatas. Venimos a verbalizar la certeza de que si
pretendemos que conceptos como sociedad
civil, como participación, como conservación, como política ambiental y como
desarrollo sostenible, que hoy forman parte obligada de toda
agenda de gestión humana (e incluso si queremos que conceptos aparentemente más
obvios como el de país y el de región),
tengan un sentido orgánico, real y viable en nuestro continente, sus
significados se tienen que reconstruir y que trenzar entre sí a la luz del
kaleidoscopio de prismas de nuestras biodiversidades y de los procesos que las
reflejan y encarnan.
Porque si alguna identidad puede algún
día llegar a definir a Suramérica, será precisamente ese kaleidoscopio de
cosmovisiones encontradas y de ecosistemas compartidos por encima de las
cicatrices de la historia.
Con esos mismos ojos múltiples, debemos
auscultar también nuestro papel y el papel de nuestras organizaciones en la
gestión del medio ambiente, entendida, para los efectos que nos interesan, como
la administración re-creativa y con consciencia cósmica, del pedacito que nos
corresponde en esa identidad llena de vida, dinámica y contradictoria.
Gustavo Wilches-Chaux
Popayán (Colombia),
Texto escrito para el 50° Aniversario de la UICN
en nombre de las organizaciones suramericanas
Texto escrito para el 50° Aniversario de la UICN
en nombre de las organizaciones suramericanas
Fontainbleau (Francia),
3 comentarios:
Texto pleno de extrema sensibilidad y elocuentes verdades. Toda una sobredosis de poesía.
La sensatez de las palabras, la hipersensibilidad de lo humano, la riqueza del lenguaje, la sabiduría del maestro sobre la lectura de la sociedad y el territorio, la expresión de Dios que abre nuestros ojos, oídos,tacto, sentimientos, y entendimiento para continuar luchando por el cambio. Gracias maestro...
Expresa que desde ya estamos fundidos con la tierra, con el agua, con el aire y con la energía; desde un sur que es al mismo tiempo sur, norte, oriente y Occidente
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