LOS DONES OCULTOS
Saber callar
en el instante mismo de la pena
cuando los labios – roto temblor –
entierran la palabra y el sollozo.
No recordar el nombre
De quien alguna vez
Nos hizo daño.
Ignorar la mirada
Que te empaña la hora
De un transparente día.
Dolerte de la bestia
Pequeña y extraviada,
dolerte de su sed.
Abrirle espacio puro
Al pájaro que equivocó su vuelo
Y tropezó en tu espejo.
Escuchar a los niños
Como si fueran viejos
Y tomar sus palabras
Con el gozo infantil
De un recodo lejano.
Saber llegar a tiempo
Y colmar de esperanza
La ansiedad del que espera.
Entender las criaturas
Sabiendo que sus gestos
Son el lenguaje claro
Que nos descubre el mundo
Que llevamos por dentro.
