Qué son los Equinoccios
Dos veces en el año (entre el 21 y el 25 de Marzo y el 21 y 25 de
Septiembre) la Tierra y el Sol se alinean de manera tal que la posición del Sol
coincide con el plano ecuatorial del la Tierra, lo cual hace que en todas
partes del mundo el Sol salga exactamente por el Oriente y se oculte
exactamente por el Occidente y que la duración de las horas diurnas sea igual a
la de las horas nocturas. De allí la etimología de la palabra latina aequinoctum.
La hora
precisa en que eso ocurre depende del huso horario en que se encuentra
cada punto de la Tierra. Aunque esa hora precisa en que la Tierra llega al
Equinoccio varía según el año, las caraterísitcas propias de ese hito
planetario permanencen durante unos cuantos días: por eso me permito hablar de Días
Equinocciales.
Este año llegamos al Equinoccio de Septiembre
el domingo 22
Vean aquí: Siguiéndole los pasos al Sol desde Bogotá
El domingo 22 me levanté muy temprano y a las 6:00 am tomé este par de fotos del horizonte occidental donde -cuando el horizonte amanece despejado-
se puede ver el volcán Nevado del Ruiz/Cumanday. Pero como lo anoté en Twitter ese día, lo que apareció fue este personaje con pinta -y panza- de voráz, y me pregunté si se habría engullido el volcán.
Así evolucionó la vista del horizonte occidental
Este(a) joven vive ahí
El cenit -el techo del cielo- estaba muy despejado y muy azul cuando la Luna menguante pasó de árbol en árbol promocionando el amanecer equinoccial
Cambio de turno
Mientras tanto densas nubes acompañaban la salida del Sol sobre
los Cerros Orientales
A las 10:30 de la mañana el Sol se posó sobre el "Monolito"
Vista hacia el Oriente
Llegó la tarde y así se veía ahora el cielo sobre el horizonte occidental
El Sol avanzando ahora hacia el horizonte occidental
Un buen sueñito nunca sobra
Escala técnica
En el Ojo del Monolito
Como lo dije también en Twitter, cuando iba a comenzar a tomar las fotos del atardecer equinoccial, aparecieron estas señoritas que dijeron: "Primero tiene que fotografiarnos a nosotras porque somos las Representantes Legales y las Directoras de Arte del atardecer"
Y yo: "Claro que sí"
Y miren ahora (6.00 pm) el horizonte occidental
Una Señorita de caminar decidido
Una cinta así nunca había visto antes en 21 años que llevo fotografiando desde aquí el atardecer
Y El Chamán ahí
Y Venus ahí
Muchas gracias por llegar hasta aquí
Cuando esto escribo estamos a dos días del 26 de Septiembre de 2016, una fecha -por distintas razones- muy significativa para mí. Una, porque ese día, hace 8 años, se firmó en Cartagena el Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las FARC. Aunque luego vino el tristemente famoso "Triunfo del NO" en el Referendo (y surgió una nueva versión del Acuerdo que se firmó el 24 de Noviembre en el Teatro Colón de Bogotá) para mí el 26 de Septiembre sigue siendo una fecha especial e inolvidable.
Y dos, porque precisamente para no viajar a Cartagena y no irse a inhabilitar si llegaba a surgir alguna demanda contra el Acuerdo de Paz, la Corte Constitucional buscó un pretexto para quedarse en Bogotá. Y ese pretexto fue el estudio de una demanda interpuesta contra el artículo 4º de la Ley 891 de 2004 que reconoce a las Procesiones de Semana Santa de Popayán como Petrimonio Nacional, la cual, según los demandantes, "violaba el principio de Colombia como Estado Laico" consagrado en la Constitución. Fuí invitado a participar en esa Sala Plena por distintas razones, y tuve la oportunidad de demostrar que si bien la Iglesia Católica es un actor importante en esos rituales, la fecha en que se celebra la Semana Santa tiene un origen profundamente pagano ligado al Equinoccio de Marzo y a la Luna, como lo relato en este artículo titulado "De por qué la luna llena también sale a alumbrar en las procesiones de Popayán"
El Fallo de la Corte, favorable al artículo demandado, se encuentra AQUÍ
Dice la Corte en la parte correspondiente de la Sentencia:
"El profesor Gustavo Wilches-Chaux invitó a entender estas manifestaciones como una muestra religiosa, pero no en el sentido clerical, sino en el sentido estrictamente etimológico, según el cual “religión” se relaciona con “religar”, o “reconectarse con el significado sagrado del cosmos”
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